Compartiendo Perspectivas 3: "El Aburrimiento"

El aburrimiento es una de las sensaciones que castiga fuertemente el ánimo. Sabemos que está allí, que lo estamos viviendo, que nos oscurece la vida, que molesta, pero resulta tan complejo de definir como de manejar.
Hay demasiado que no sabemos sobre este: si va de nosotros a las cosas o de las cosas a nosotros. Si tiene que ver con el deseo consumado o con lo contrario.
Estamos hechos para aburrirnos. Las mujeres nos aburrimos hasta de nuestro propio pelo. La que es morocha quiere ser rubia y viceversa; la que tiene rulos pretende verse lacia. Las amas de casas se aburren y quieren trabajar afuera. Las que trabajan afuera por cansancio o por necesidad, quieren ser amas de casa. Uno podría aprender a saborear más cada cosa, a no querer cambiar continuamente porque nos sentimos aburridos.
Se empieza a hablar del aburrimiento crónico como una patología diferente a cualquier forma de depresión. Y los resultados de una investigación neurológica ayudan a cerrar el círculo del interés. Se la podría llamar “de la neurona inconsecuente”, porque la célula nerviosa pierde el interés-decrece su actividad- cuando se le muestra dos veces la misma cosa. Se aburre, ni más ni menos.
Más aburrida que el propio aburrimiento resulta la definición de esta como cansancio, fastidio, tedio, originado generalmente por disgustos o molestias, o por no contar con algo que distraiga o divierta.
Se plantea que el aburrimiento proviene de una relación disvaliosa entre la persona y su ambiente. Pero, ¿Está mal que existan ambientes que aburran? Claro que no, el problema es cuando alguien queda indiferente -aburrido- en un ambiente con buenas propuestas.
El prejuicio es asociar el serio al aburrido, pero en realidad el enemigo de lo divertido no es el serio sino el aguafiestas. El aburrido es el que no puede hacer cosas en serio.
Lo contrario del aburrimiento no es el placer sino la excitación. Una persona habituada a un exceso de excitación es como una persona con una adicción morbosa a la pimienta, que acaba por encontrar insípida una cantidad de pimienta que ahogaría a cualquier otro.
¿Y qué tiene que ver el aburrimiento con lo ya conocido? El aburrimiento sobreviene con la repetición, entendida como al presencia cotidiana de lo igual. Un ejemplo, es conservar el primer trabajo hasta la jubilación. Pero hay una vuelta de tuerca. La repetición tiene que ver con lo diferente. Y precisamente, asumir la diferencia en la repetición nos puede sacar del aburrimiento. El aburrimiento entonces se da cuando no se percibe lo distinto en la repetición y se vive como una eterna vuelta a lo idéntico.
Cuando hay rutina, cuando hay un solo horizonte posible, hay aburrimiento.
Éste es inherente a la experiencia individual. No es lo mismo aburrirse, que ser aburrido.
El aburrimiento es el deseo aplastado por las coordenadas de la sociedad consumista. El sistema ofrece continuamente cosas y de forma excesiva. Por eso dejó de existir la falta y el sujeto se encuentra ante la incapacidad de desear porque todo lo tiene.
El aburrido no es alguien sin energía; es alguien que la vuelca agresivamente hacia dentro y hacia fuera.

Reflexión:

Estamos demasiado habituados a los escapes, sobre todo de las afecciones, de las pasiones que nos afectan. Mejor que huir serpa permitirnos una instancia reflexiva. Asimilar síntomas y malestares para ordenarlos como un problema a resolver.
El peligro es pasar por la vida sin que la vida haya pasado por uno para no aburrirse.

Hecho por: Carolina Gandini
Texto extraído de la Revista Viva